«De pronto, sobre nuestra primera línea vimos flotar lo que parecían finas nubes de humo gris moviéndose lentamente. Estaban suspendidas sobre el suelo, a unos dos metros y medio de altura. "¡GAS!" La palabra empezó a correr rápidamente entre nosotros. En aquellos momentos no nos aterrorizaba porque aún no lo habíamos probado. [...] Pronto pudimos olerlo: no tengo palabras para describir las sensaciones que tuvimos al inhalarlo por primera vez. Empezamos a ahogarnos, a escupir y toser. Sentía que los pulmones me ardían y estaban a punto de estallar, y como si en mis ojos se clavaran alfileres al rojo vivo» —Soldado William Quinton.
«El espectáculo era más que lamentable. Todos despavoridos, corriendo como locos, suplicando a gritos un poco de agua, escupiendo sangre, algunos incluso retorciéndose en el suelo esforzándose desesperadamente por respirar [...]» —Coronel Henri Mordacq.
En efecto, fueron los alemanes los que utilizaron por primera vez los gases venenosos (el gas cloro) como arma ofensiva en la Segunda Batalla de Ypres, el 22 de abril de 1915.
Este uso era considerado de "antideportivo" e "inhumano". Además, el uso de gases había sido expresamente prohibido por la convención de La Haya de 1907. Los británicos y franceses también lo utilizarían después como arma ofensiva.
Y, por último, el gas mostaza también sería introducido por los alemanes durante la Tercera Batalla de Ypres en 1917. Para esta fecha el uso de las máscaras antigas era ya frecuente, no así el momento dramático de 1915 donde no se conocían sus terribles efectos:
«Cuando lo inhalas por primera vez no resulta desagradable, pero enseguida pica en la membrana mucosa de la boca, en los ojos y en la nariz. Sientes como si los pulmones estuvieran llenos de reuma. Sus tejidos empiezan a calentarse y a romperse, y cuesta muchísimo recuperarse si es que uno llega a recuperarse. Entonces no nos dábamos cuenta de aquella forma de guerra tan cobarde e inhumana» —Teniente coronel Arthur Currie.
Fuente:
- «La Gran Guerra: Historia militar de la Primera Guerra Mundial» de Peter Hart.
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