«El resultado de la guerra depende de una victoria del II Ejército en el Somme. A pesar de la superioridad de la artillería y la infantería del enemigo en estos momentos, debemos ganar esta batalla» —General Fritz von Below.
Como se había dicho anteriormente, la inexperiencia del ejército británico le cobró una mala jugada en la batalla. La ofensiva fue un desastre y terminó en una «auténtica matanza de los inocentes». Los días posteriores al 1 de julio se caracterizaron por una serie de ataques desordenados y sin coordinación. Se calcula que los británicos sufrieron 25.000 bajas en el transcurso de unos quince ataques. Desde el día 1 de julio, cuando comienza la ofensiva, el total de bajas asciende a casi 60.000, un tercio de ellas mortales.
Es muy interesante leer los testimonios de los soldados que vivieron aquel infierno, para poner nombre a las cifras. Por ejemplo la carta del capitán Charles May a su esposa:
«La idea de de que tal vez no vuelva a veros, ni a ti ni a nuestra amada pequeña, me desgarra el alma».
Efectivamente, el capitán Charles May del 22º Batallón del Regimiento de Manchester cayó el primer día de combates.
También en el bando alemán encontramos testimonios de lo que sucedía en el frente:
«Un diluvio de proyectiles caía sobre la masa ingente de enemigos. A nuestro alrededor todo eran ráfagas, silbidos y rugidos de destructivas bombas inglesas dirigidas a nuestra artillería. En medio de aquel estruendo, retumbo continuo,explosiones, de aquel martilleo ensordecedor, podía oírse el "traca, traca" despiadado y constante de las ametralladoras».
El segundo extracto es del cabo Otto Lais, del 169º Regimiento de Infantería.
Fuente:
- «La Gran Guerra. Historia militar de la Primera Guerra Mundial» de Peter Hart.
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